BAJO LA SOMBRA DE UNA MENTIRA Capítulo XVII

Fernando miraba por la ventana de su oficina, las vistas eran impresionantes, se divisaba casi toda la ciudad, y al fondo, el mar. El edificio estaba en un lugar privilegiado, en aquella subida, al final del repecho sobre una hondonada, al principio no había nada, tan solo campo y aquella vistas. Su abuelo lo descubrió paseando con su padre y fue allí donde lo mandó edificar; desde allí lo veía todo, la ciudad, el puerto..., vería entrar y salir los barcos, lo controlaría todo, al menos eso creía, luego fueron edificando a su alrededor, pero él seguía teniendo sus dominios. Sin embargo, Fernando pensaba que aunque un hombre tuviera desde allí aquella vista del mundo, no por ello era dueño de su dominio; cuán frágiles eran los dedos cuando mismamente el agua se escapa entre ellos. Así se sentía él, como queriendo agarrar algo, pero sin la fuerza ni el poder suficiente para lograrlo.
Pensaba en Marina, tenía miedo de que, al igual que el agua, se le fuera entre los dedos de las manos. Esperaba un hijo suyo, sí, pero a lo mejor no sería suficiente; la amaba tanto que el temor a perderla empezaba a hacerle sentir impotente. ¿Huiría?... Eso era de lo que tenía miedo, que un día, cuando entrara por la puerta, ella ya no estuviera allí. Había ido ocultando aquella verdad... ¿o era una mentira?, pero ¿hasta cuándo?... Ella se lo reprocharía... Le diría una y mil veces que algo así debía saberlo, él tendría que decírselo. Pero ¿cuándo? Su embarazo estaba cada vez más avanzado y tenía miedo de que cualquier alteración los perjudicara a los dos, a ella y al niño. Había esperado demasiado...

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