BAJO LA SOMBRA DE UNA MENTIRA Capítulo XIX

Las camas de aquella sala del hospital La Luz de María estaban una al lado de la otra, cuatro en una de las paredes y otras cuatro en la de enfrente; en medio, un amplio pasillo con amplias puertas abatibles a un extremo y otro; los altos techos estaban pintados en un amarillo suave al igual que las paredes, apenas imperceptible si no fuera por el blanco de las grandes ventanas que había en una de las paredes, estas acababan en una cristalera con forma de arco que solía abrirse para ventilar sujetas con una cadena, dejando que el aire entrara hacia el techo y evitara así dar sobre los cuerpos de aquellas convalecientes mujeres que llenaban las camas. Cada una tenía una pequeña mesilla y una silla, que solía usar la persona que acompañaba y velaba la recuperación de la enferma.
Aquella sala estaba ocupada únicamente por parturientas; las mujeres que acudían allí carecían de recursos económicos y eran atendidas por las hermanas religiosas que, voluntariamente, prestaban sus servicios caritativos. El hospital fue construido gracias a la labor de una pudiente marquesa, que dedicó su vida al culto y a las obras de caridad. Al darse cuenta de que con el paso de los años no había pretendiente que llamara a su puerta, decidió calmar sus deseos carnales con rosarios y misas en la iglesia y todas aquellas obras de caridad que tenía a bien menester. Así fue como, al no ver colmado el deseo de haber sido madre, decidió construir un hospital donde nacieran a bien todos los niños de las mujeres que no podían permitirse pagar los servicios de un médico ni las atenciones de un hospital. Algunas de ellas, dadas a la buena vida; otras, engañadas por la buena palabrería y promesas de amor de un señorito rico, dejaban la criatura en manos de aquellas monjas y salían de allí sin el niño y sin la barriga con la que llegaron con la promesa de no volver jamás. Por eso, cuando salían por la puerta, siempre leían en alto el lema que aquella marquesa obligó a grabar sobre el arco de la puerta que daba a la calle: «No mires atrás», creyendo así que no volverían a caer en el infortunio de volver a parir y tener que abandonar a su hijo.



Con el inicio del último capítulo de la novela, doy por finalizada una etapa que he ido dedicando a ir publicando pequeñas partes de la novela con la ilusión de haceros sentir el agradable instante de lectura que ello os produciría al leerlas, de llenaros de emociones, de despertar en vosotros la intriga y el saber del misterio y la historia que envuelve a "Bajo la sombra de una mentira". Si lo he conseguido no lo sé. Lo demás queda entre las páginas del libro, vivencias que transportan a una época de hace ya más de un siglo y que como comprenderéis era bastante improbable que os fuera descubriendo todo.
He llevado mucho tiempo con ello y he decidido ponerlo fin.
El blog seguirá. Algo diferente pero seguirá. Espero no espaciarme tanto como lo he estado haciendo últimamente y estar más presente.
Me gustaría que siguierais conmigo. Para mí será una alegría muy grande ver  viajar mi blog hasta lugares tan insospechados y saber que me seguís leyendo.


Foto realizada en la plaza Mayor de Valladolid




Comentarios

  1. No lo dudes, seguiré asomando y estoy seguro que no seré ni mucho menos el único.
    Un beso Areños.

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