"A SOR DOLORES"

Me despedí de ella. Lo hice en mi última visita en la Residencia de las Hermanas del Amor de Dios en Zamora, con un par de besos y mucho cariño en mi abrazo. Era de aquellas personas que transmitían sosiego, paz cuando hablan, cuando miran; te hacía sentirte bien. Transmitía esa calma, esa paz..., ese AMOR. Y no era porque fuera religiosa porque hay muchas personas que no son religiosas y te hacen sentir bien. Pero ella era así, era como si cuando te cogía la mano te acercase un poquito a Dios.
Así me sentí cuando la escribí esta poesía, hace ahora ya tanto tiempo...., era como un homenaje a tantos años regalados a su compañía, a sus palabras, a su cariño, a su sosiego, a su paz, a su amor. Y así la escribí. Con todo el amor que sentía por ella. Cuando se lo dije y se la llevé, era como una niña chica a la que le hacen el mayor de los regalos. estaba feliz, agradecida y contenta porque le hubiera escrito una poesía. La encantó. Cuando se fue, me encontraba en un viaje y no pude acudir a su funeral. Me dolió. Pero tiempo después visité su tumba en Toro para despedirme. Sentía por ella un cariño muy especial y necesitaba hacerlo. Le dije un "hasta siempre" porque nunca digo "adiós". Es una palabra que no me gusta.
A los que la conocimos en el Colegio "Amor de Dios" de Guardo, en su portería, vaya mi más grato recuerdo.


A SOR DOLORES


Camina medio encorvada
con sus manos extendidas
y corre a coger las tuyas 
que fuertemente te asía.

¡Aprieta sí,
más no dolía!

Chispeante su mirada
y encorvada su figura
te pregunta:
- ¡A ver tú, ¿dónde ibas?!
-¿Quién yo?
responde mi voz de niña.
- Sí, tú, ¿dónde ibas?
- a abrir la puerta, hermana,
me lo dijo Sor María.
- Sor María, Sor María...
y quién es Sor María para mandarte
a ti nada
si mía es la portería.

Pero sonríe... y me mira,
y en mis ojos, hoy de  madre
y mis recuerdos de niña
me vuelve a preguntar:
-¿A quién buscas? ¿Qué querías?
- A mi hijo, Sor Dolores
que hora es ya de recogida.
¿No se acuerda? ¡Quién diría!
- Sí hija, sí, ¡hala! Vete....

Y se vuelve, y se marcha
con su figura encorvada
y sus manos extendidas
llevando un poco de amor
a cada alma perdida.
Hoy la miro y la contemplo
igual que entonces, ¡quién diría!
recorriendo sus pasillos
regañando a los pequeños:
- "A ver tú, ¿dónde vas?
que has dejao la puerta abierta
y el colegio se va a enfriar".

Y se vuelve, y camina
y allí está en su portería.

¡Cuántos años han pasado
desde que yo era niña!
Y hoy mis ojos la contemplan
con el candor de una madre
y sonríe mi mirada
y recojo con cariño
esas manos extendidas
que tantos apretones dieron
desde entonces hasta hoy día.

- ¡Hasta mañana, Sor!
- ¡Hasta mañana, hija!




Junio, 1998

Comentarios

  1. Que bonito poema y que recuerdos tan entrañables. Yo también la recuerdo con enorme cariño.
    Un abrazo.

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