BAJO LA SOMBRA DE UNA MENTIRA. Capítulo XIII

Luis, con las manos en los bolsillos de su remendado pantalón paseaba acera arriba, acera abajo de la puerta del pequeño teatro esperando a Marina. La joven bajaba por la calle enfundada en su viejo abrigo gris que había comprado con sus ahorrillos en una tienda de segunda mano a la que la había llevado Manuela una tarde de invierno. Traía el pelo suelto y a pesar de la calidez de la noche, una bufanda sencilla alrededor de su cuello, el muchacho no pudo evitar sentir un hormigueo en el estómago cuando la vio acercarse hacia él.
- Buenas noches, Luis. ¿Llevas mucho rato esperando?
- No, aún queda un poco para que empiece la función. Estás muy bonita Marina- el joven no pudo evitar un leve temblor en sus palabras al pronunciar éstas últimas.
- Gracias.
Marina no era tonta, tiempo hacía que se había percatado del interés de Luis hacia ella, era un muchacho atractivo y cualquier moza se hubiera sentido halagada al verse pretendida por él, pero para Marina simplemente era un amigo, le había resultado simpático desde el primer momento en que la habló. Sólo Diego, en el pueblo, había sido el único muchacho que le había llegado al corazón, con él había descubierto un sentimiento hermoso y puro que la hacía sentir bien y a gusto, sentir el hormigueo de la sangre y el corazón acelerarse, salvo Fernando..., sin saber por qué de pronto apareció él. Lo apartó de su mente inmediatamente, no quería que él estuviera allí aquella noche, aquél rato iba a disfrutarlo con Luis, como dos buenos amigos, deseaba evadirse de cualquier pensamiento de aquella casa, necesitaba algo diferente y pensaba disfrutarlo.
- ¿Qué vamos a ver?- le preguntó.
- Ah, es una pequeña obra que se titula- Luis miró las entradas que tenía y leyó el título de la obra, Marina, no pudo evitar echarse a reír- ... "La Señorita de Trévelez" - Luis se la quedó mirando- ¿qué te hace tanta gracia?

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