BAJO LA SOMBRA DE UNA MENTIRA Capítulo IX

Manuela cogió la cuchara de madera y dio con ella vueltas en el puchero, mientras lo hacía miraba a la ventana, pensaba que algún día Marina tenía que saberlo. Alguien tendría que decírselo, la había cogido cariño, era dulce y trabajadora como la que más. Los ratos que pasaba con ella en la cocina eran agradables, y cuando las dos se sentaban a la mesa haciendo sus descansos, para Manuela eran como un soplo de aire fresco en aquél enrarecido ambiente. Jacinta, con su mudez, lógicamente no era buena conversadora. Adelfa siempre había sido una mujer déspota y altanera, aunque después de tantos años en aquella casa, la cocinera algunas veces, llegó a pensar que lo del ama de llaves era simplemente una coraza, era una mujer muy lista y nunca se la pillaba en ningún renuncio, pero hace muchos años, la vio mirar al señor, cuando éste era un niño, con cierta ternura en sus ojos. Apenas fueron unos segundos, los suficientes para que Manuela se diera cuenta de ello.
Jacinta, entró en la cocina en el momento justo en el que los pensamientos seguían dando vueltas en su cabeza. Dejó sobre la trébede, al lado del fregadero, la bandeja con el servicio del desayuno.
- hoy tampoco ha querido tomar nada -comentó Manuela ante un vistazo rápido de lo que Jacinta iba dejando en el fregadero. Ésta meneó la cabeza negativamente- como siga así se va a quedar en los huesos y la parca se la llevará cualquier día.
Jacinta se santigüo tres veces al oír lo que Manuela decía.
- No me mires así. Sería lo mejor que nos podría pasar a todos. Esta casa cambiaría y podría ser una casa normal. Además ese muchacho necesita vivir. Es joven aún para consumirse en vida.

Comentarios

Entradas populares