BAJO LA SOMBRA DE UNA MENTIRA Capítulo X

A Lucía le gustaba bordear el camino de la vereda del otro lado del puente de piedra, era más corto, y así llegaba antes a casa. Lo recorría todos los días, de ida y de vuelta, salvo cuando lo hacía con el carro del molinero, trabajaba en una casa del pueblo de al lado al suyo, desde que tenía quince años. Se había quedado huérfana de padre y madre cuando apenas era un bebé, o al menos eso era lo que le habían contado y eso era lo que creía; aunque un día, cuando era chica a unas comadres del pueblo oyó chismorrear que su madre, era madre soltera, se había largado un día, sin nadie saber a dónde, dejándola a cargo de su abuelo. Ella, de ser eso cierto, no tenía noción ni recuerdos de ella, su único recuerdo y su única familia era su abuelo, aquél anciano de genio y sabiduría al que ella adoraba. Le recuerda desde pequeña como un hombre sin pelos en la lengua, capaz de decirle a cualquiera que cada uno se metiera en su casa y Dios en la de todos. Por eso, aquél día en el que Lucía llegó a casa de niña, diciéndole lo que había oído acerca de su madre, a su abuelo le faltó tiempo para salir garrota en mano, a decirlas a aquellas chismosas lo que bien podían hacer con su lengua viperina.
Aquél día había intentado salir antes, no sólo porque el invierno acortaba los días sino que la oscuridad de la noche, el peligro de la montaña de algún animal suelto buscando comida en la fría noche, el frío que helaba los caminos y hacía que estuvieran resbaladizas las piedras. Era todo tan diferente al verano, el buen tiempo, atraía a las gentes a pasear por las riberas y casi siempre encontraba algún viandante. Otros en cambio, a lomos de algún burro o yegua, comerciaban entre los pueblos resolviéndose el sustento con los productos de sus huertos.
Ahora, apenas encontraba a nadie en el camino, a esa horas, esos días, los caminos eran prácticamente intransitables. Si no se demoraba podía encontrar el carro del tío Celedonio que llevaba la harina a la panadera del pueblo y regresaba con él por el camino que unía ambos pueblos. Durante aquellos días cortos y de noches largas, solía hacerlo.
A su abuelo no le gustaba que viniera sola y más aún que se saliera del camino principal, pero ella al llegar, le solía contar la típica mentirijilla, eso si él estaba en casa, si no, pues no tendría que dar ninguna explicación.
Aquél día, le había pedido a doña Angustias que la hiciera el favor de dejarla salir antes, se encontraba cansada y el vientre la apretujaba de males, alterándola el cuerpo con retortijones y escalofríos. Se dio cuenta al levantarse que el cuerpo no era el mismo que otros días y que una flojera había amanecido con ella. Pero pensó que a medida que fuera pasando el día, se la pasaría. No tuvo esa suerte, y aquél malestar no sólo no desapareció sino que a medida que pasaba el día vino acompañado de sudores. Aquella vieja gruñona y huraña torció el ceño ante la petición de Lucía, pero se había dado cuenta a lo largo del día del mal semblante que iba apareciendo en la cara de la muchacha. Accedió a su petición, no por caridad, pues bien es saber que la vieja de ésta tenía poca, sino por egoísmo, pues pensaba que sería mejor que se fuera cuanto antes a su casa a curar el mal y así tener la suerte de que no faltara al día siguiente.
Con el abrigo enfundado y el chal sobre su cabeza, Lucía cogió el camino de la vereda. Aún era de día y apretando el paso, llegaría a casa antes de que la noche se empezara a echar encima. En las cumbres de las montañas habían ido apareciendo ya las primeras nieves y la helada iba haciendo su entrada a medida que acababa el día. El malestar que sentía la hacía arrastrar su cuerpo como si de un peso de piedra se tratara. Se abrazó al chal, tapándose prácticamente la cara, dejando únicamente los ojos a la vista. El cielo que asomaba entre las montañas se iba cubriendo cada minuto de un gris más espeso. Lucía, buena conocedora del lugar, sabía que aquello amenazaba nieve. Sólo esperaba que pudiera llegar a casa antes de que empezaran a caer los primeros copos,...

Comentarios

Entradas populares