EL ÚLTIMO CIGARRILLO 2ª Y ÚLTIMA PARTE

Cerró tras de sí la puerta dando dos vueltas de seguridad a las llaves. Abajo, la calle aún estaba transitada por los rezagados que alargaban su llegada a casa disfrutando de la noche cálida de aquél día del recién llegado verano. Si esperaba que pasara un taxi quizás perdería el tren así que sería mejor acercarse a la parada, siempre había alguno. -"A la estación de trenes, por favor ".- el taxista apenas la miró, ni siquiera hizo amago de meter la maleta en el maletero del taxi, pensaría que era demasiado pequeña y que no valdría la pena.
Abonó la carrera y atravesó las puertas correderas que se abrieron a su paso. La estación estaba casi vacía. cuando atravesó el amplio hall miró el reloj de dimensiones infinitas que colgaba sobre una de las paredes. "Aún quedan seis minutos". Alejó sus pasos sobre el andén calculando en su mente el vagón que que tendría que subirse. "Es el quinto, aquí estará bien". Dejó la maleta vertical sobre las ruedas y abrió el bolso. Sacó la cajetilla y extrajo el cigarrillo con el mechero, lo contempló. Una voz por megafonía dijo en aquél instante: " Tren procedente de San Sebastián con destino Madrid va a hacer su entrada por el andén 1". "Ya no había tiempo". Volvió a guardar el cigarrillo con el mechero en la cajetilla y ésta en el bolso. En ese instante la cabeza del tren hacía ya su entrada en la vía. Contó los vagones y se dio cuenta que aún tendría que andar unos metros más. Tendría que darse prisa, aquellos trenes apenas se detenían un par de minutos. Cuando se subió en él buscó el número se asiento y se sentó. -"Tiene que subir la maleta"- le dijo una voz. Contempló al muchacho que le había dirigido aquellas palabras y le sonrió. no tenía ganas de hablar con nadie tan solo pensaba en aquél cigarrillo que no había conseguido fumar. Empezaba a estar nerviosa y a sentir aquél "mono" de la nicotina, aunque no entendía porqué después de tanto tiempo.
El tren se puso en marcha sin apenas darla tiempo a sentarse. Miró el reloj y pensó que en apenas 40 minutos estaría allí. Cuando llegó, salió de la estación con el deseo de sacar la cajetilla y fumarse el cigarrillo, pero a la puerta de la estación había taxis de sobra y cogió uno: -" Al Hospital del Carmen"- le dijo al taxista. Vio los ojos del hombre observarla por el espejo. "Espero que no sea nada grave"- volvió a oír que la dijo. "¿Cómo dice?"- le preguntó. - "Que espero que no sea nada grave". "No, no lo es"- le contestó -. "Bueno, al menos eso creo".
Abonó al taxista y se encaminó a la puerta de urgencias, un amplio cartel a la entrada de la misma lo decía bien claro: "Prohibido fumar en la inmediaciones del Hospital". "¡Qué casualidad!" Abrió el  bolso y miró por enésima vez la cajetilla, se separó los metros convenientes pues había un grupo de personas que inhalaban el humo como si fuera el último aire. Extrajo la cajetilla y sacó el cigarrillo, lo miró entre la sensación rara de poseer algo que se escapaba a su deseo y la urgencia del momento de no perder ni tan solo un minuto. Sostuvo el cigarrillo entre sus dedos y lo columpió mientras lo miraba sin siquiera saber ciertamente qué es lo que estaba haciendo. Las palabras de su hermano volvieron a resonar en su cabeza igual que cuando se escondía a fumarse un pitillo:- " ¿Otra vez estás fumando? ¿Y tú eras la que decías que lo ibas a dejar?"
Volvió a dejar el cigarrillo entre sus dedos y guardó la cajetilla en el bolso. Sacó el móvil. Lo sostuvo entre sus manos y se acercó a la puerta de urgencias, en la ventanilla de admisión una señora de unos 50 años la preguntó: - "¿Qué quería? ". No podía darle ninguna información así que decidió llamar a su cuñada. "No se pueden usar móviles"- el rostro agridulce de la mujer del otro lado de la ventanilla la contemplaba con los mismos ojos que su hermano cada vez que la pillaba con un cigarrillo fumando a escondidas. La misma sensación que se tiene cuando estás haciendo algo que no deberías hacer. No le contestó. Salió fuera y marcó el número. - ¿Pero qué haces aquí?... No deberías haber venido... No, tranquila... No le diré nada a tu hermano... Será una sorpresa... En la 501 estamos... Parecía una apendicitis, pero ha debido ser un cólico... Está bien... Estate tranquila. "
El ascensor tardó apenas dos segundos, subió tan rápido que el hormigueo que sintió en su estómago le recordó las atracciones de feria de su adolescencia. El pasillo era amplio, la habitación 501 estaba justo al lado del mostrador de la sala de enfermeras. La puerta estaba entreabierta y la empujó hacia dentro con la misma mano en la cual llevaba el móvil y el cigarrillo. Vio a su cuñada que se levantó del sillón sobre el que estaba sentada al verla entrar en la habitación. Sobre la cama, su hermano la miraba con aquella sonrisa adolescente de hermano mayor y los ojos dibujando los mismos pensamientos de quien ha pillado a alguien en un renuncio. - " ¡Hombre hermanita! ¡¿A qué has vuelto a fumar?!"
Se dio cuenta que entre sus dedos, detrás del móvil, asomaba la boquilla de aquél último cigarrillo.

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